De camino al trabajo, vi el campo de Barajas
tan bonito y
pinturero con los almendros en flor, que me
detuve para
contemplarlos.
Según caminaba deleitándome con el paisaje, me
introduje
en el bosque de almendros. Era tal la hermosura
de sus
flores, que me parecía, que estaba caminando en
el cielo de la noche con las estrellas.
Me dispuse a cortar un ramillete en
flor, cuando algo llamó la atención de mis oídos.
- ¡¡Phsss,Phsss,Phsss!! ¡Sí, tú! ¿Por qué me vas a
cortar la rama en flor? ¿No sabes que me puedo morir, y los demás almendros de
pena?
- Perdona, nada más quería unas ramas en flor,
para las mujeres de mi casa.
- ¿Tanto las quieres?
-
Tanto
como mi condición de poeta.
- ¡Pues, derrama mi sabia poeta! Que mis ramas
nacerán tantas veces haga falta, para alegrar los corazones, de las mujeres de
tu casa.
Poeta: Francisco Pinillla Sánchez
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