Te espero, espero,
y los dedos del tiempo
me acarician.
No sé qué ingrávida
pasión me lleva a un
pensamiento que no
extingue, y es como la
expansión del universo.
Mi lira me abraza,
al ver mi frágil
estructura sustentada
por el aliento de tu
alma.
enjundia que galopa
desbocada entre nosotros,
y el punzó de tus labios,
lo busca el oriente.
Nace el marfil de tu boca,
abrazando el nácar.
Y la ira del monzón,
se sosiega con tu mirada.
Te espero con mi lis,
mi poesía, mi conversación.
No tardes amada mía
-te espero-.
Poeta Francisco Pinilla Sánchez
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