deseada, donde se conoce el zarpazo de la
decepción.
Los edificios asilan vidas envueltas
en un enigma. Y de personas que lucen
su amor ante un sol envidioso.
He conocido voceros con filosofías
tiranas y de otras, solidarias.

brotan de sus suelos manos negras.
Las plantas en las fachadas y terrazas
son marquesas de un reino nuestro,
y las fuentes son almas de todos.
Los centros de trabajo son escorpiones
que nos acechan .
Las moscas acosan al necesitado y los
indolentes creen que son inmunes a la
mala suerte.
Yonquis que llevan en sus venas vampiros
galopando en caballos de la muerte.
Gárgolas que ven dichas y fracasos y
árboles talados rodeados de una corte
de hongos llorándole.
Todos somos la ciudad, y en la ciudad
nacemos y volvemos a la ceniza de
nuestros ancestros.
Francisco Pinilla Sánchez