se entrega al suelo
de verdades y secretos,
y con más tiempo, yo ,
a la obligación
destierro,
y si cobijo a la responsabilidad
de cuidar el jazmín de tu
persona.
Me miro las manos, y en ellas
hay una ley que veta la
maldad,
y se sumerge entre tus
cabellos,
engendrando en ellos,
una luz que habla y sosiega.
El tic tac de ese reloj de pared,
me es desquiciante cuando
tú no estás.
Un espacio vacío trata de
devorarme en esa
ausencia,
y por más que me muestre
sus mandíbulas para hacer
girones la carne de mi alma,
me refugio en la morada de
nuestro presente,
donde los escualos
de la rutina perecen.
Nuestro zaguán lleno de
materia negra,
se pone celeste al verte,
y la luna con su cendal,
ilumina nuestra alcoba. Donde no
tenemos secretos y sí, verdades
que vivimos en
<<nuestras trémulas carnes>>.
Ahora mi nuevo amor,
viajas conmigo en el flujo
de mis venas. Y todos los
días descubro contigo una
-nueva isla- .
Poeta: Francisco Pinilla Sánchez
Obra de arte de Joaquín Sorolla
1863-1923

Un poema muy bonito Francisco. Un amor que viaja en el flujo de as venas, descubriendo nuevas islas.
ResponderEliminarAbrazos.