con verdades y secretos.
¡ Yo ! Me miro las manos ;
y en ellas hay una ley que
veta la maldad. Y se sumerge
entre tus cabellos engendrando
en ellos, ( una luz que me habla
El tic tac de ese reloj de pared ,
me es estridente cuando tu
persona no está ,
un vacío trata de devorarme
en esa ausencia. Y por más que
muestre sus mandíbulas
para hacer jirones la carne
de mi espíritu, me refugio en la
morada de nuestro presente,
donde los escualos de la rutina
perecen.
Nuestro zaguán lleno de materia
negra, se pone celeste al verte.
La luna con su cendal ilumina
nuestra alcoba, donde no tenemos
secretos y sí verdades de lo que
vivimos en nuestras trémulas
carnes.
Francisco Pinilla Sánchez